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¿Qué mortal hay, sobre cuyas primeras alegrías y felicidad no se desate alguna tormenta, disipando con su gélido aliento sus fantasiosas ilusiones, y haciendo añicos su altar?
¿Qué mortal hay, sobre cuyas primeras alegrías y felicidad no se desate alguna tormenta, disipando con su gélido aliento sus fantasiosas ilusiones, y haciendo añicos su altar?