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Era una extraña ligereza, una sensación de ir a la deriva. Gravedad cero. Comprendí que todo lo que una vez me pareció sólido e inamovible podía desaparecer flotando. Y que esto era una verdad de la vida, no una ilusión en la mente afligida de un niño. Todo lo que es duro y pesado en tu mundo está formado por miles de millones de moléculas en constante movimiento que ofrecen la ilusión de permanencia. Pero todo tiende a romperse y a caer. Algunas cosas se van más rápido, más sorprendentemente, que otras.