Autores:
  • Para comprender mejor a Dios, primero debemos hacer añicos nuestra propia idea de Dios, tal vez día tras día. Quizá sea demasiado grande para permanecer comprimido en la mente humana. Tal vez la abra de par en par; por eso el intelectualismo pretencioso fracasa tan a menudo en la comprensión del concepto de Dios: sólo acepta lo que puede explicar, mientras que en el proceso encuentra ofensivas las fuentes superiores. Lo que podemos afirmar con seguridad es que la fe es la apertura que permite a Dios, ese poder impredecible e invisible, entrar y salir de la mente sin todos los dolores de la confusión.