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Hay una diferencia entre criticar a la gente y criticar los ideales desinformados de la gente. Es decir, a menos que uno se defina a sí mismo o a los demás por sus ideales, entonces se ofende, y suele ofenderse en secreto. Porque, curiosamente, esta persona es la misma que recurre más rápidamente a insultos despectivos, como "intolerante" o "fanático". Y, por extraño que parezca, siempre es él, el de "mente abierta", quien protesta enérgicamente, no sólo por sí mismo, sino también por los demás, para que no escuchen ningún tipo de verdad teológica erudita, inherentemente por el bien de sus propias creencias morales personales.