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Cuando te ofendas por la falta de alguien, vuelve inmediatamente sobre ti mismo y reflexiona en qué te equivocas. Porque atendiendo a esto olvidarás pronto tu enojo, si además se añade esta consideración, que el hombre está obligado; pues ¿qué otra cosa podría hacer? o, si eres capaz, quítale la coacción.