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A la larga, la respuesta a todos aquellos que se oponen a la doctrina del infierno, es en sí misma una pregunta: ¿Qué le piden a Dios que haga? ¿Que borre sus pecados pasados y, a toda costa, les dé un nuevo comienzo, allanando toda dificultad y ofreciendo toda ayuda milagrosa? Pero Él lo ha hecho, en el Calvario. ¿Perdonarlos? No serán perdonados. ¿Dejarlos en paz? Me temo que eso es lo que hace.