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El peligro es un buen maestro y forma buenos alumnos. También lo son la desgracia, la derrota, la exposición inmediata al escarnio y la risa. En tales casos no hay oportunidad para el autoengaño, ni para perder el tiempo, ni para bajar la guardia (o hay que asumir las consecuencias), ni tampoco hay lugar para el humor, el capricho o el prejuicio.