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  • Si las faltas de los hombres de las órdenes sólo han de juzgarse entre ellos, todos son en cierto modo partes; pues, puesto que dicen que el honor de su orden está en juego en cada uno de sus miembros, ¿cómo podemos estar seguros de que serán jueces imparciales?

    John Dryden (1797). “The fables, ornamented with engravings, (by) Lady Diana Beauclerc”, p.10