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  • A menudo me asombra no haberme dado cuenta de la importancia de la meditación de las Escrituras al principio de mi vida cristiana. Así como el hombre exterior no está en condiciones de trabajar durante mucho tiempo si no come, lo mismo sucede con el hombre interior. ¿Cuál es el alimento del hombre interior? No la oración, sino la Palabra de Dios; no la simple lectura de la Palabra de Dios, de modo que sólo pase por nuestra mente, como el agua pasa por una tubería. No, debemos considerar lo que leemos, reflexionar sobre ello y aplicarlo a nuestros corazones.