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En la lucha por la supremacía, los distintos partidos políticos se superan unos a otros en artimañas, engaños, astucia y maquinaciones turbias, seguros de que el que triunfe será aclamado por la mayoría como el vencedor. Ése es el único dios: el éxito. En cuanto a qué gasto, qué terrible coste para el carácter, no tiene importancia.