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La idea de legisladores hereditarios es tan inconsistente como la de jueces hereditarios, o jurados hereditarios; y tan absurda como un matemático hereditario, o un sabio hereditario; y tan ridícula como un poeta laureado hereditario.
La idea de legisladores hereditarios es tan inconsistente como la de jueces hereditarios, o jurados hereditarios; y tan absurda como un matemático hereditario, o un sabio hereditario; y tan ridícula como un poeta laureado hereditario.