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El amor sincero por los libros no tiene nada que ver con la inteligencia o la estupidez, como tampoco lo tiene cualquier otro amor sincero. Es una cualidad del carácter, una frescura, un poder de placer, un poder de fe. Una persona tonta puede deleitarse leyendo obras maestras del mismo modo que una persona tonta puede deleitarse cogiendo flores. Un tonto puede estar enamorado de un poeta como puede estar enamorado de una mujer.