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Estoy seguro de que el hombre que más se empolva, más se perfuma, más borda y más tonterías dice es el más admirado. Aunque para ser sinceros, hay algunos que tienen demasiado sentido común para estimar a animales tan monos como éstos, en cuya formación, como dice el refrán, los sastres y los barberos van a medias con Dios Todopoderoso.