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Usted y yo hemos visto antes debates acalorados y altas pasiones políticas. Pero caballeros de distinta política hablaban entonces entre sí y separaban los asuntos del Senado de los de la sociedad. Ahora no es así. Hombres que han sido íntimos toda su vida, cruzan las calles para evitar encontrarse, y vuelven la cabeza hacia otro lado, no sea que se vean obligados a tocarse el sombrero. Esto puede servir para los jóvenes con los que la pasión es disfrute. Pero es aflictivo para las mentes pacíficas. La tranquilidad es la leche del anciano.