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Pero es evidente que estos estallidos de angustia universal son más temidos que sentidos; miles y decenas de miles florecen en la juventud y se marchitan en la vejez, sin conocer más que los males domésticos, y comparten los mismos placeres y vejaciones, ya sean sus reyes suaves o crueles, ya persigan los ejércitos de su país a sus enemigos o retrocedan ante ellos.