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Dios es alfa y omega en el gran mundo; procura que lo sea en el pequeño; haz de él tu epílogo vespertino y tu prólogo matutino; practica para que sea tu último pensamiento nocturno cuando duermes, y tu primer pensamiento matutino cuando despiertas; así se santificará tu fantasía en la noche, y tu entendimiento se rectificará en el día; así tu descanso será apacible, tus trabajos prósperos, tu vida piadosa, y tu muerte gloriosa.