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Creo que la gente siempre está buscando gurús. Convertirse en gurú es lo más fácil del mundo. Es bastante aterrador. Una vez vi algo fascinante aquí en New York. Debió ser a principios de los setenta... la época de los gurús. Un hombre solía ir y sentarse en Central Park, vistiendo elaboradas túnicas doradas. Ni una sola vez abría la boca, sólo se sentaba. Aparecía a la hora de comer. Aparecía gente de todas partes, porque era obviamente un hombre santo, y esto duró meses. Se sentaban a su alrededor en silencio reverente. Finalmente se hartó y se fue. Sí. Así de fácil.