Cualquier persona de cualquier credo filosófico que se siente sobre una estufa caliente comprobará sin ningún tipo de argumento intelectual que se encuentra en una situación de innegable baja calidad: que el valor de su predicamento es negativo. Esta baja calidad no es sólo una vaga abstracción metafísica cripto-religiosa. Es una experiencia. No es un juicio sobre una experiencia. No es una descripción de la experiencia. El valor en sí es una experiencia. Como tal, es completamente predecible. Cualquiera que lo desee puede comprobarlo.