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El color de la piel del prisionero, y la forma de sus rasgos, no están impresos en la mente espiritual inmortal que trabaja debajo. A pesar del orgullo humano, sigue siendo tu hermano, y el mío, en forma y color aceptado y aprobado por su Padre, y el tuyo, y el mío, y lleva igualmente con nosotros la herencia más orgullosa de nuestra raza: la imagen de nuestro Hacedor. Considéralo, pues, un Hombre.