Robert Frost dice en un trozo de galimatías casero que esperaba que la sabiduría pudiera ser no sólo ática, sino también lacónica, incluso beocia, "al menos no sistemática"; ¡pero qué sistemáticamente frostianos son los peores de sus últimos poemas! Sus buenos poemas son la mejor refutación, el comentario más condenatorio, de sus malos: sus Poemas Completos tienen el aire de poder educar a cualquier lector fiel para que arranque un tercio de las páginas, lea un tercio y prácticamente agote el resto.