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Es curioso cómo los romances de la adolescencia conservan su intensidad a lo largo de la vida, cómo una chica que te rechaza cuando tienes 16 años conserva un aura en tu memoria incluso mucho después de que tú y ella hayáis dejado de ser quienes erais entonces. Hace un par de semanas asistí a la reunión de mi instituto y descubrí, en el folleto de recuerdos preparado por el comité de la reunión, que una de las chicas de mi clase se había enamorado de mí hace tantos años. Hubiera dado mucho por haber tenido esa información en aquel momento.