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El cristianismo ha frenado cualquier avance en la conciencia humana durante los últimos mil años. Y durante el último siglo ha estado en conflicto directo con su vástago ilegítimo, el Comunismo (de nuevo con C mayúscula). Ambos piden al individuo que sacrifique su propio interés en aras de los objetivos superiores de la organización. (Lo cual me parece bien siempre que sea voluntario; pero en cuanto cualquiera de los dos se hace demasiado grande -y adopta esa maldita C mayúscula- dejan de pedir cooperación y empiezan a exigirla).
Cualquier estado superior de iluminación humana ha sido sacrificado entre estos dos monolitos.