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  • ¿Quién hubiera creído que las hijas de aquella poderosa ciudad vagarían un día como siervas y esclavas por las costas de Egipto y de África, o que Belén recibiría diariamente nobles romanas, distinguidas damas, criadas en la riqueza y ahora reducidas a la mendicidad? No puedo ayudarlos a todos, pero me aflijo y lloro con ellos, y estoy completamente absorto en los deberes que me impone la caridad. He dejado a un lado mi comentario sobre Ezequiel y casi todo estudio. Porque hoy debemos traducir en hechos los preceptos de las Escrituras; en vez de pronunciar santas palabras, debemos actuarlas.