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Una gran parte de lo que pasa por el nombre de patriotismo en estos días consiste en la más mera intolerancia y estrechez de miras; exhibiéndose en prejuicios nacionales, engreimiento nacional y odio nacional. No se manifiesta en hechos, sino en fanfarronadas, en aullidos, gesticulaciones y gritos impotentes de auxilio, en banderas ondeantes y canciones cantadas, y en el perpetuo rechinar del organillo de agravios largamente muertos y agravios largamente rememorados. Estar infestado por un patriotismo como éste es quizás una de las mayores maldiciones que pueden caer sobre cualquier país.