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Las pobres palomas permanecían en sus casas hasta que el fuego las tocaba, y luego corrían a los botes o trepaban de un par de escaleras a la orilla del agua a otro. Y entre otras cosas, percibo que las pobres palomas se resistían a salir de sus casas, sino que revoloteaban alrededor de las ventanas y balcones hasta que a algunas se les quemaron las alas y cayeron.