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  • Los bárbaros, que no poseían libros, ni conocimientos profanos, ni educación, excepto en las escuelas del clero, y que apenas habían adquirido los rudimentos de la instrucción religiosa, se volvieron con apego infantil hacia hombres cuyas mentes estaban abastecidas con el conocimiento de las Escrituras, de Cicerón, de San Agustín; y en el escaso mundo de sus ideas, la Iglesia fue sentida como algo infinitamente más vasto, más fuerte, más santo que sus recién fundados Estados.

    Lord Acton (2016). “The History of Freedom: Great Event”, p.29, VM eBooks