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Ah, hermano mío, es algo mucho más difícil, y es una prueba mucho mayor de un principio cristiano cabal y persistente entretejido en la textura misma de mi alma, seguir adelante con esfuerzo y paciencia, sin ser sorprendido por ninguna pequeña tentación, que reunir en mí mismo la fuerza que Dios me ha dado, y, esperando que una gran tormenta se abata sobre mí, permanecer firme y dejar que arrecie. Es mucho más fácil morir una vez por Cristo que vivir siempre para Él.