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  • Las personas que mejor se relacionaban con Dios -Abraham, Moisés, David, Isaías, Jeremías- lo trataban con una familiaridad asombrosa. Hablaban con Dios como si estuviera sentado en una silla a su lado, como se habla con un consejero, un jefe, un padre o un amante. Lo trataban como a una persona.

    Philip Yancey (2009). “Disappointment with God: Three Questions No One Asks Aloud”, p.39, Harper Collins