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Nuestras susceptibilidades nativas y los gustos adquiridos determinan cuál de las muchas cualidades de un objeto nos impresionará más y recordaremos con mayor claridad. Un hombre recuerda las propiedades combustibles de una sustancia, que para otro es memorable por su propiedad polarizante; para un hombre un arroyo es tanta fuerza hidráulica, que para otro es una cita para los amantes.