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Si aprendemos a aceptar nuestras imperfecciones con humor, como el reflejo de nuestra propia humanidad, experimentaremos la humildad y la tolerancia, comprenderemos que ya estamos llenos de perdón, veremos el don de nuestras vidas, se caerán las cadenas y seremos libres... libres no tanto del miedo o de la "dependencia", sino libres para el amor, para la vida misma.