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Un comerciante alemán del siglo XV preguntó a un eminente profesor dónde debía enviar a su hijo para que recibiera una buena educación comercial. El profesor le respondió que las universidades alemanas serían suficientes para enseñar al chico a sumar y restar, pero que tendría que ir a Italia para aprender a multiplicar y dividir. Antes de sonreír con indulgencia, intente multiplicar o incluso sumar los números romanos CCLXIV, MDCCCIX, DCL y MLXXXI sin traducirlos previamente.