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Ahora bien, la justificación en esta vida se nos da según estas tres cosas: la primera, por el lavatorio de la regeneración, por el que se nos perdonan todos los pecados; la segunda, por la lucha contra las faltas de cuya culpa hemos sido absueltos; la tercera, cuando se oye nuestra oración, en la que decimos: "Perdónanos nuestras deudas", porque por muy valientemente que luchemos contra nuestras faltas, somos hombres; pero la gracia de Dios nos ayuda de tal modo mientras luchamos en este cuerpo corruptible, que hay razón para que nos oiga cuando pedimos perdón.