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  • Muchas de nuestras alegrías tempranas se desvanecen por completo de nuestra memoria: nunca podemos recordar la alegría con que recostábamos la cabeza en el pecho de nuestra madre o cabalgábamos a lomos de nuestro padre en la infancia; sin duda esa alegría está forjada en nuestra naturaleza, como la luz del sol de las mañanas de antaño está forjada en la suave suavidad del albaricoque; pero ha desaparecido para siempre de nuestra imaginación, y sólo podemos creer en la alegría de la infancia.

    George Eliot (2005). “Four Novels of George Eliot”, p.157, Wordsworth Editions