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Dios no se niega a darse a conocer al hombre. Sólo que no lo hará mediante el simbolismo de la materia. Él viene a nosotros de inmediato por el camino más natural. Estamos en un estado transitorio; nuestros cuerpos son accidentales, y Dios viene a nosotros por lo que es más elevado y verdadero: las intuiciones del alma.