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  • Lo que los hombres suponen que la imaginación debe ser y hacer, es a menudo bastante frívolo y travieso; pero lo que Dios quiso que fuera en la economía mental no es meramente noble, sino supereminente. Es el elemento distintivo de todo refinamiento. Es el secreto y la médula de la civilización. Es el ojo mismo de la fe. El alma sin imaginación es lo que sería un observatorio sin telescopio.

    Henry Ward Beecher (1858). “Life Thoughts”, p.56