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Una biblioteca no es más que el cementerio del alma; es la tierra de las sombras. Sin embargo, uno queda impresionado por el pensamiento, el trabajo y la lucha representados en esta vasta catacumba de libros. ¿Quién podría soñar, junto a las plácidas aguas que brotan de las desembocaduras llanas de los arroyos en el lago, todas las zambullidas, los torbellinos, las divisiones y los torrentes espumosos que las han llevado hasta la tranquila salida? ¿Y quién puede adivinar por qué canales de perturbación, y experiencias de dolor, pasó el corazón que se ha vaciado en este Mar Muerto de los libros?