-
Una revolución es sangrienta. La revolución es hostil. La revolución no conoce el compromiso. La revolución derriba y destruye todo lo que se interpone en su camino. Y tú, sentado aquí como un nudo en la pared, diciendo: "Voy a amar a esta gente sin importar cuánto me odien". No, necesitas una revolución. ¿Quién ha oído hablar de una revolución en la que se cruzan de brazos, como señalaba maravillosamente el reverendo Cleage, cantando "We Shall Overcome"? Dímelo a mí. Eso no se hace en una revolución. No se canta; se está demasiado ocupado balanceándose.