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Gracias a Dios se puede huir, se puede escapar de esa solidaridad masificada de cinco pies de grosor que recubre la tierra, en la que los hombres y las mujeres en pareja se clasifican como alfileres de nueve picos.
Gracias a Dios se puede huir, se puede escapar de esa solidaridad masificada de cinco pies de grosor que recubre la tierra, en la que los hombres y las mujeres en pareja se clasifican como alfileres de nueve picos.