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Afirmo que esta biblioteca sin libros es un sueño, una alucinación de los adictos a Internet, los neófitos a las redes y los iniciados en la automatización de bibliotecas... En lugar de eso, sospecho que los ordenadores masticarán tortuosamente las bibliotecas desde dentro. Se comerán los presupuestos de libros y necesitarán bibliotecarios que se sientan más cómodos con los ordenadores que con los niños y los eruditos. Las bibliotecas se volverán expertas en suministrar al público información rápida y de baja calidad. El resultado no será una biblioteca sin libros, sino una biblioteca sin valor.