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Por el bien de la humanidad, es de desear fervientemente que el empleo varonil de la agricultura y los beneficios humanizadores del comercio reemplacen el despilfarro de la guerra y el furor de la conquista; y que las espadas se conviertan en rejas de arado, las lanzas en hoces, y como lo expresa la Escritura, "las naciones no aprendan más la guerra".