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Y tú, que conociste las estrellas y los rayos del sol, autodidacta, autoexplorado, autohonrado, autoseguro, pisaste la tierra sin ser adivinado. ¡Mejor así! Todos los dolores que el espíritu inmortal debe soportar, Todas las debilidades que entorpecen, todas las penas que se inclinan, Encuentran su único discurso en esa frente victoriosa.