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Las 'naciones', como se las llama, con las que nuestros pretendidos embajadores, secretarios, presidentes y senadores profesan hacer tratados, son tan mitos como los nuestros. Según los principios generales del derecho y la razón, no existen tales "naciones". ... Nuestros pretendidos tratados, entonces, al no ser hechos con naciones legítimas o de buena fe, o representantes de naciones, y al ser hechos, por nuestra parte, por personas que no tienen autoridad legítima para actuar por nosotros, no tienen intrínsecamente más validez que un pretendido tratado hecho por el Hombre en la Luna con el rey de las Pléyades.