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Recuerda que toda complacencia culpable con los humores del mundo, toda indulgencia pecaminosa de nuestras propias pasiones, está acumulando preocupaciones y temores para la hora de las tinieblas; y que el recuerdo del tiempo mal empleado sembrará de espinas nuestro lecho de enfermo, y atormentará de desesperación nuestros espíritus que se hunden.