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La guerra no termina cuando vuelves a casa. Perdura en el recuerdo de tus compañeros soldados, marineros, aviadores e infantes de marina que dieron su vida. Perdura en la herida que tarda en cicatrizar, la discapacidad que no desaparece, el sueño que te despierta por la noche o la rigidez en la columna vertebral cuando un coche petardea por la calle.