-
Mediados del verano... cuando la alquimia de la Naturaleza transmuta el paisaje silvestre en una vívida y casi homogénea masa verde; cuando los sentidos están casi intoxicados con los mares de verdor húmedo y los olores sutilmente indefinibles del suelo y la vegetación. En un entorno así, la mente pierde la perspectiva; el tiempo y el espacio se vuelven triviales e irreales, y los ecos de un pasado prehistórico olvidado golpean insistentemente la conciencia cautivada.