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Al educar a un niño, eliminando de su camino los obstáculos con los que nosotros mismos tropezamos en los primeros días, y fortaleciendo su mente con la ayuda de nuestra propia experiencia madura, construimos, por así decirlo, una nueva y mejor réplica de nosotros mismos, y así permitimos que la raza avance lenta, pero seguramente, hacia la meta final de la existencia, hacia la perfección.