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Debemos confesar francamente, entonces, usando nuestro sentido común empírico y prejuicios prácticos ordinarios, que en el mundo que realmente es, las virtudes de simpatía, caridad y no resistencia pueden ser, y a menudo han sido, manifestadas en exceso. ... Estaréis de acuerdo con esto en general, porque a pesar del Evangelio, a pesar del cuaquerismo, a pesar de Tolstoi, creéis en combatir el fuego con fuego, en abatir usurpadores, encerrar ladrones y congelar vagabundos y estafadores.