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Un hombre se gobierna a sí mismo por los dictados de la virtud y el buen sentido, que actúa sin celo o pasión en puntos que no tienen importancia; pero cuando toda la comunidad es sacudida, y la seguridad del público está en peligro, la apariencia de una indolencia filosófica o afectada debe surgir o de la estupidez o de la perfidia.