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Al predicar la doctrina de que nada es digno de admiración salvo el acero y el hormigón, lo único que se consigue es que los seres humanos no tengan otra salida para su energía sobrante que el odio y la adoración del líder.
Al predicar la doctrina de que nada es digno de admiración salvo el acero y el hormigón, lo único que se consigue es que los seres humanos no tengan otra salida para su energía sobrante que el odio y la adoración del líder.