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  • Lo paso fatal durante las elecciones. Me involucro demasiado en política. Nunca discuto de política con nadie, porque me vuelve loca y me llena de juicios y hostilidad. Tengo dos amigos muy conservadores, a los que aprecio y a los que confiaría mi vida; evitamos la política como la peste. Así que, en cierto modo, eso limita hasta qué punto nos dejamos conocer, pero es así y es lo mejor que podemos hacer. Y estoy secretamente convencido de que Dios es un demócrata progresista.